Habría que trazar el recorrido
completo de Borges por el Sur, topos
físico y simbólico fundamental en su literatura, relacionado con lo primigenio,
el misterio, ¿la barbarie? Borges esboza una teoría de los puntos cardinales en
su prólogo a Buenos Aires en tinta china,
de Atilio Rossi: “. . . no hay un palmo de Buenos Aires que pudorosamente,
íntimamente, no sea, sub quadam specie
aeternitatis, el Sur. El Oeste es una heterogénea rapsodia de formas del
Sur y formas del Norte; el Norte es símbolo imperfecto de nuestra nostalgia de
Europa” (Obras completas 4: 119). Si se atiende a los cuentos de Ficciones y El Aleph
solamente, se observa que el sur aparece en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”
(Herbert Ashe es ingeniero de los ferrocarriles del sur); en “Las ruinas
circulares” (el protagonista viene del sur); en “La muerte y la brújula”
(Scharlach pertenece al bando del sur y allí se encuentra la quinta de Triste-le-Roy)
y en los espacios de “El fin”, “Historia del guerrero y la cautiva” y
“Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874)”, entre otros relatos.
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