Sunday, July 21, 2013

ESC


Notas y entrevistas

En Hoy (Estado de México), una nota de Nahum Torres sobre ESC (gracias Nahum!)


Un Libro
Pablo Brescia
Esc
Sub-Urbano Ediciones, 2013
Con 15 años de diferencia, La apariencia de las cosas (1997) y Fuera de lugar (2012) son los dos libros de relatos hasta ahora publicados por este narrador y académico; una clase de escritor que uno quisiera encontrar más a menudo en la oferta editorial. Ante la imposibilidad de conseguir sus libros en las librerías mexicanas, vale recurrir a Internet: el sello estadounidense SubUrbano Ediciones ha reunido algunos de sus cuentos bajo el formato de libro electrónico. Dividido en tres segmentos, Esc trasluce la actualidad narrativa de Brescia, porque si bien la primera parte deja ver los homenajes literarios y experimentaciones estilísticas propios de La apariencia..., con esta selección resurge un asunto de fondo: la lectura, tema central de los cuentos, es para el autor una especie de desafío a la vez que vínculo para construir un juego ficcional alimentado por la ironía. O de qué otra manera puede uno leer ciertos relatos, como aquel en el que un día, el narrador se encuentra entre los anaqueles de una biblioteca con la (única) novela de Borges, o aquella ocasión en el que a otro personaje lo contrata un anticuario para quien es imposible olvidar todo lo leído.
Si aún no conoces a Brescia ahora es tiempo. Su blog es "Preferiría (no) hacerlo" http://pablobrescia.blogspot.com.

Una videoentrevista de Nahum Torres y Miguel Angel Fernández Acosta.


Y en suplementodelibros.com, un perfil:


Nuevo libro



Querido lector/lectora: en tus manos tienes un artefacto compuesto de doce piezas agrupadas en tres partes: CONTROL-ALT-DEL. Las piezas son ficciones reales, historias de gente que lee, escribe, vive. Puedes hacer con este artefacto llamado libro electrónico lo que quieras: leer en secuencia; leer sólo una parte, leer sólo una historia, leer una línea. O lo que sugiere el título. 

Control: La novela de Borges/Te llegó la hora/Objetos raros/El último héroe
Alt: Parábola del viaje/Cacería/Gestos/Frank Kermode
Del: Maneras de estar muerto/Mire, por favor,/Los amigos son los amigos/El ladrón de besos
 
Gracias a la iniciativa de Pedro Medina y la editorial sub-urbano, aparece ESC, primera antología electrónica que recoge 12 de mis relatos, algunos provenientes de mis dos libros anteriores y otros que estaban viajando por diversos medios; se incluye además un inédito. El precio simbólico de u$ 3.99 apunta a difundir a escritores hispanos y crear, como dice Pedro, un ecosistema literario latino en los Estados Unidos. Aquí, el enlace: 







Tuesday, June 4, 2013

INVITACION!

Queridos amigos:

¡Saludos! El viernes 7 de junio a las 19 hs estaré presentando mi nuevo libro de cuentos, Fuera de lugar (2012), en la Casa de la Lectura (Lavalleja  924 entre Jufré y Lerma) con Sandra Gasparini y Evelia Romano. ¡Están todos cordialmente invitados!

Los relatos de este libro exploran el lenguaje limítrofe de lo dicho y lo no dicho, la realidad y la imaginación, la ilusión y el desánimo, el amor y la humillación, desarticulando y re-articulando el fluir perpetuo de la existencia. Partiendo de la descolocación, los cuentos de Fuera de lugar están unidos por el desamparo que transita de uno a otro y por la persistencia en narrar desde sitios reconocibles pero extraños.

Lo que se dijo:

"Entre las más interesantes novedades de la FIL Lima 2012", Javier Agreda, La República (Perú)

"Es la ironía de Brescia una apuesta por lo marginal, por martillear los clisés sociales y las imposturas de la decencia", Christian Elguera, Bitácora El Hablador (Perú)

"Pablo Brescia reinicia el fuego contra los escritos, los escritores y las literaturas para armar historias con los cadáveres, pero no monstruos zombies, sino vidas paralelas o vidas reajustadas". Hugo César Moreno Hernández, SuplementodeLibros.com (México)

Pablo Brescia nació en Buenos Aires y vive desde 1986 en Estados Unidos. Ha publicado los libros de cuentos Fuera de Lugar (Lima: Borrador Editores, 2012) y La apariencia de las cosas (México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1997) y el libro de textos híbridos No hay tiempo para la poesía (Buenos Aires, Tantalia, 2011), este último con el pseudónimo de Harry Bimer. Sus relatos han aparecido en revistas literarias, suplementos culturales y portales de Internet de España, Estados Unidos, México y Perú; participó, además, en antologías como Se habla español: voces latinas en USA (2000) y Pequeñas resistencias 4. Antología del nuevo cuento norteamericano y caribeño (2005), entre otras. Es profesor e investigador de literatura latinoamericana en la Universidad del Sur de la Florida. Su blog es Preferiría (no) hacerlo http://pablobrescia.blogspot.com/


Monday, May 20, 2013

Una entrevista (texto y video) y la columna mensual de sub-urbano


(gracias Nahum y Miguel Angel)

La columna, aquí: http://sub-urbano.com/el-alma-por-el-pie-4. Y debajo (¡lean la revista!)  

El alma por el pie
Pablo Brescia
La oculta profecía del septiembre 11

En 1954 el escritor mexicano Juan José Arreola publica La hora de todos (juguete cómico en un acto). El título refiere claramente a la sátira moral y política de Quevedo y el epígrafe a un personaje protagonista del cuento de Franz Kafka, “El vecino”. Su nombre es Harras, el director de la farsa quien presenta la historia del “juicio” de Harrison Fish, el protagonista de La hora de todos. Es un magnate estadounidense que ha hecho fortuna y ahora es parte de Wall Street. La acción se desarrolla en el piso 70 del Empire State Building de Nueva York la mañana del 28 de julio de 1945 (el 8 de mayo marca el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa; el 6 de agosto un B-29 denominado Enola Gay lanzó la primera bomba atómica sobre Hiroshima). El megáfono es un actante que vocifera las imprudencias en la vida de  Fish; la trama se complica con varios planos temporales y narradores. El humor es absurdo, rayano con  lo grotesco. La hora de todos es, claro, la hora de la muerte y hacia allí se dirige el final:
—HARRISON FISH, totalmente trastornado:
—¡Asco! ¡Tengo asco! Gritando. ¡Sí, tengo asco! ¡Asco! ¡Asco de todos! El ruido del avión crece hasta hacerse insoportable. Harras, con un gran suspiro de alivio, consulta su reloj y hace una señal con la mano. Sobreviene el choque. Al mismo tiempo se apaga la luz.
En 1954 Arreola idea un texto literario que finaliza con un avión chocando contra el Empire State, en ese entonces el edificio más alto de los Estados Unidos. La viñeta que ilustra la portada del libro, dibujada por Elena Poniatowska, muestra el avión estrellándose contra el edificio. Cuarenta y siete años después, el 11 de septiembre del 2001, ocurre el ataque a las torres gemelas de Nueva York. Mucho se habló de cómo ciertos discursos de ficción, específicamente el cine, habían anticipado este evento. Cabe preguntarse: ¿Veía el futuro Arreola? ¿Penetraba en los abismos del ser y se imaginaba farsas apocalípticas, Juicios Finales que luego se convertían en realidad? Sí y no. Porque en esta ocasión, la realidad nos corrige la página. El día que Arreola elige para su juguete cómico, a las 9:40 de la mañana un bombardero B-25 se perdió en la niebla de Nueva York y se estrelló contra el piso 79 del Empire State. Hubo 14 muertos y 26 heridos. Las últimas palabras del piloto, el coronel William F. Smith, fueron: “Desde donde estoy, no puedo ver el Empire State”. Arreola leyó el cable periodístico —Harras lo cita en el final de la obra— y construyó una ficción a partir de un hecho real. ¿Arreola Profeta? Más bien provocador; como dice el final de “La trama”, de Borges, sobre su personaje: “Lo matan y no sabe que muere para que se repita una escena”.
Las máquinas de guerra son una versión negativa para Arreola de la tecnología y el escritor mexicano aprovecha el accidente para ofrecer un juicio moral sobre un personaje arquetípico: el hombre capitalista sin escrúpulos. El proceso aquí es de retroalimentación, si se quiere: la realidad nutre a la ficción y ésta construye un mundo que, a la vez, encuentra resonancias en una realidad futura.
 

Y el pescador dijo: “Habla y abrevia tu relato
porque de impaciente que se halla mi alma
se me está saliendo por el pie”.
Las mil y una noches.

Tuesday, April 23, 2013

Rosa Beltrán Darwiniana


Supervivencia del más apto
Desde que cumplí setenta años, entreno a mi mujer todas las mañanas a fin de que, llegado el caso, pueda asistirse en su viudez. Se podría pensar que es prematuro, pero las estadísticas me confirman que mis previsiones tienen un fundamento: los hombres nos vamos antes. ¿Y alguien se ha detenido a pensar en las penalidades de la viuda cuando sus facultades menguan? La historia de la viuda alegre pertenece al cine y la literatura. En la realidad, las viudas se quedan ciegas, sordas, cojas, etcétera. Una vez se supo del caso de una viuda amnésica que se empeñaba en cobrar su pensión a nombre de otra y pasó años sin conseguirlo. Mi mujer, cuando oye estas historias, se aterra. Por eso he decidido entrenarla en el arte del deterioro. Lo ideal sería ir de la cabeza a los pies, le digo, y la alecciono sobre las ventajas de ir siguiendo una lógica. A ver, pensemos. ¿Cuáles son  los verdaderos problemas de las viudas? Las tuertas, por ejemplo. Apenas si logran que alguien repare en ellas. En general no las atienden, las mandan a otras ventanillas. Podrían despertar mayor interés si se decidieran por la solución radical: o los dos ojos o ninguno. Optaremos por los dos. Mi mujer se agita. Tranquila, le aclaro, para eso está la profilaxis. Le pongo un paño grueso en los ojos y le digo: adelante, ten ánimo. Más vale empezar a tiempo. Lo primero es caminar por el cuarto sin que te tropieces. Ella da dos pasos y tira la lámpara de pie. ¡Es que nunca antes he sido ciega!, se disculpa. Yo discrepo. Para ser ciega eres pésima, le digo. No usas las yemas de los dedos ni adelantas un pie. No comprendes que la esencia del desplazamiento del ciego es huir del obstáculo. ¿Qué tal si me tiras encima la jarra de té caliente? ¡Pero si tú ya no estarás!, responde. Muy bien, no estaré, pero ¿y quién me garantiza que no te arrojarás por la ventana? Los ciegos palpan, tantean, abren bien los dedos tratando de emerger de las aguas profundas de esa otra falta de memoria que es la ceguera. En cambio tú te confías mucho. Crees que todo es cosa de improvisar. Ella busca una salida. Dice que sabrá si corre peligro gracias al oído, que tiene mucho más fino que yo. Bueno, intentemos por ahí, le digo, no sea que te quedes sorda. Después de ponerle tapones, le ato unas cuerdas en los dedos anular y medio de las que tiraré cada vez que alguien llame a la puerta. Pienso adaptarle un artefacto que cumpla esta función cuando yo no esté. Tomé esta medida porque antes probamos con un foco que encendía al accionar el timbre pero tardó horas en darse cuenta. Cuando se lo hice ver, dijo que la razón era que se confundía: no sabía si en ese momento era ciega o sorda. Tras varios intentos, decidí atarle cuerdas por todo el cuerpo: en una pierna, para avisar que algo ardía en la lumbre, en los brazos, para indicarle que alguien venía subiendo por la escalera. Con todo, fue mejor ciega que sorda. Le expliqué que si alguien se metiera a asaltarla no tendría forma de defenderse. Aumenté el grado de dificultad con una mordaza que le impedía gritar, pero ella tuvo otra idea. Los pies, querido, dijo. Pienso que ese sería mi verdadero Waterloo. ¿Cómo iría a cobrar la pensión si no pudiera moverme? No pude más que sonreír. Ya se ve la clase de viuda que serás. Inválida, pero avarienta. Procedimos. Ella dobló una pierna y sujetándola por detrás con una mano me dijo: Mira, podría caminar así, a saltitos. Le expliqué que las cojas tienen problemas mucho peores que moverse o no moverse. De hecho, tienen mayores problemas que las tuertas. Un cojo está condenado a la soledad, expliqué. Jamás verás cojos en compañía de otros cojos. No son como los ciegos que suelen andar en fila india, como un ejército desorientado pero solidario. Hay escuelas para ciegos, tours de ciegos, pero ¿has visto excursiones de cojos? Tuvo que admitir que no. Un cojo no es sólo un cojo, es una fórmula compensatoria que va más allá del pie: un cojo siempre está cojo de la compañía de otro. Un paralítico, en cambio, es el centro de atención. Piensa y verás: no hay quien se niegue a empujar una silla de ruedas, aunque lo haga de mal modo. A regañadientes se hincó. Trató de avanzar de este modo pero el sobrepeso y las pantorrillas le estorbaban. ¡Es que no puedo!, dijo. Volví a sonreír. Ya verás que sin mí la vida no es tan sencilla como parece. Y aun nos queda la parálisis, añadí. La conduje al lecho y la até de pies y manos. Acostada en la cama sin poder desplazarse ¿qué podría hacer? Podrías recordarme, sugerí. Me respondió: para qué. Para matar el tiempo, por ejemplo. Si lo único que tendría sería el tiempo ¿para qué querría matarlo?, dijo. Las viudas tienen una lógica implacable. Había que prepararla para cuando la perdiera. A ver, haz de cuenta que no soy el que tú crees, ¿quién soy?, pregunté. Eres ¡un visitante! No. Eres ¡un asaltante! No. Eres… ¡el perro! Cuando se cansó, dijo: tú lo que quieres es volverme loca. Está bien, admití, dejemos este ejercicio. No conocerás esta herramienta. ¡No, por favor!, suplicó, continuemos, te lo ruego.
Los locos son convincentes hasta ese grado en que aun rebelándonos, acaban por tener la razón.






Sunday, April 14, 2013

Invenciones

del inventor Martín Camps
Poema del andante

Este poema va para los que nacieron en el mar,
para quienes nacieron a salvo de la tierra y de los hombres.
Para quienes saben que estar muerto es no tener a dónde ir
y se armaron de camino y salieron a conocer las calles,
el aire que se respira sobre los techos rojos de los pueblos
y las mujeres que acarrean agua en cubetas de madera
y a los niños que juegan a las escondidas en la plaza.
Este poema va para los que se llevaron un cuaderno
y la mochila llena de cosas importantes:
un libro, un reloj, unos zapatos negros.
Este poema va para los que no cayeron en la tentación
de comprar una casa, con su jardín verde y recámara
con vista a una pared cándida y un sótano para llenar
de recuerdos, fotos, cajas y muebles rotos.
Este poema va para el que no se quedó a partir el pastel,
para el que se fue esta mañana antes del desayuno,
para el que no fue a enterrar a sus muertos
y a desenterrar los sueños de sus muertos.
Este poema va para ese que espera en la esquina
y minutos después se sube al camión y desaparece,
porque sus pies tienen la misión del río
porque sus ojos enferman si ven algo detenido.
Este poema va para quien embarcó antes de conocer el mar,
para el que viajó sin un céntimo en la bolsa,
para el que no regresó y desandó el camino,
porque sabía que sentarse a escuchar la lluvia
era sentarse a escuchar la ovación de la tragedia.
Para él este poema para leer de corrido,
para que no pare, porque sus pasos son los que mueven la tierra.

Tres textos tres

Sobre Telly Savalas


Sobre Baudelaire


Y un cuento (versión nueva de texto viejo): "Materia prima"

http://www.letralia.com/279/letras07.htm

Poemas curativos


PODER REDIMIRSE
Lengua de plata
burlándose con un bostezo inmóvil
de las bocas cerradas
de colores rojizos,
de encías sonrosadas.

Labios morados
porque el frío
los convierte en cristales,
y las manos guardan
en cada puño
las promesas de un grito
que tal vez cambie el mundo,
o sea el simple eco de la noche
que confunde su angustia
con el llanto de un niño,
o el aullido de un perro
que le ladra a las sombras.

Lengua de plata,
mueca para quitarle el miedo
a los que cruzan el río
y llevan la medalla
de una virgen sagrada
para que les proteja
del  sol de los desiertos
que todo lo evapora.

Labios morados
porque la noche
también tiene demonios
y entre todos los infiernos
elegir estar vivo
es poder redimirse.

SI ESTÁS VIVA
Si estás viva
tendrás que acostumbrarte
al desamor
con su desapacible exuberancia;
neutralizar
cualquier indicio
de su patógena presencia
para volverte inmune
sin perder la cordura.

Ser metódica,
tragar el desafecto
con ternura
y reírte en secreto
de tu propia tristeza.

Si logras superar
este fracaso,
te harás adicta
a lo que más te duele,
al entramado hostil
de las causas perdidas
que deambulan contigo
por esa geografía
de plenitud ingrávida
que te ayuda a volar
cuando los espejismos
se mezclan con las huellas
de los rinocerontes
que lloran enjaulados.

Silencia lo que intuyes,
drena su desnudez
para que cauterice,
y nunca olvides
que el tiempo enamorado
es una medicina
que se agota,
entonces no podrás
ocultar sus secuelas.

Ana Merino, Curación (Visor, 2010)



¿El que vino a salvarme? (y no era Piñera)

El gran Salvador Raggio, flamante doctor, se tomó el atrevimiento. Vean los resultados (gracias, Salva)

http://specimens-mag.com/2013/03/psicoanalizando-a-pablo-brescia/

Friday, March 1, 2013

4

Queridos visitantes:

1. Dos reseñas de Fuera de lugar:

Karla Sandomingo (En sub urbano, Miami)

y Christian Elguera Olórtegui (En El hablador, Lima)

2. Una entrevista de Gianmarco Farfán en su muy visitado blog Entrevistas desde Lima

3. Gracias a la invitación de Pedro Medina, inicio una columna mensual (El alma por el pie) para la revista sub urbano. La primera entrega, "La cabeza de Mr. Taylor", aquí:

4. Recomendaciones: las publicaciones online sub urbano y El hablador y el blog Entrevistas desde Lima. Todas están incorporadas en este blog (vean "¿Qué hay en un nombre?")



Un cuento del fantástico Angel Olgoso

El escritor granadino Angel Olgoso acaba de publicar su libro de relatos Las frutas de la luna. En exclusiva, su espeluznante cuento "Designaciones". Gracias, Angel, por compartir.

Levantó una casa y a ese hecho lo llamó hogar. Se rodeó de prójimos y lo llamó familia. Tejió su tiempo con ausencias y lo llamó trabajo. Llenó su cabeza de proyectos incumplidos y lo llamó costumbre. Bebió el jugo negro de la envidia y lo llamó injusticia. Se sacudió sin miramientos a sus compañeros y lo llamó oportunidad. Mantuvo en suspenso sus afectos y lo llamó dedicación profesional. Se encastilló en los celos y lo llamó amor devoto. Sucumbió a las embestidas del resentimiento y lo llamó escrúpulos. Erigió murallas ante sus hijos y lo llamó defensa propia. Emborronó de vejaciones a su mujer y lo llamó desagravio. Consumió su vida como se calcina un monte y lo llamó dispendio. Se vistió con las galas de la locura y lo llamó soltar amarras. Descargó todos los cartuchos sobre los suyos y lo llamó la mejor de las salidas. Mojó sus dedos en aquella sangre y lo llamó condecoración. Precintó herméticamente el garaje y lo llamó penitencia. Se encerró en el coche encendido y lo llamó ataúd.