PODER REDIMIRSE
Lengua de plata
burlándose con un bostezo inmóvil
de las bocas cerradas
de colores rojizos,
de encías sonrosadas.
Labios morados
porque el frío
los convierte en cristales,
y las manos guardan
en cada puño
las promesas de un grito
que tal vez cambie el mundo,
o sea el simple eco de la noche
que confunde su angustia
con el llanto de un niño,
o el aullido de un perro
que le ladra a las sombras.
Lengua de plata,
mueca para quitarle el miedo
a los que cruzan el río
y llevan la medalla
de una virgen sagrada
para que les proteja
del sol de los desiertos
que todo lo evapora.
Labios morados
porque la noche
también tiene demonios
y entre todos los infiernos
elegir estar vivo
es poder redimirse.
SI ESTÁS VIVA
Si estás viva
tendrás que acostumbrarte
al desamor
con su desapacible exuberancia;
neutralizar
cualquier indicio
de su patógena presencia
para volverte inmune
sin perder la cordura.
Ser metódica,
tragar el desafecto
con ternura
y reírte en secreto
de tu propia tristeza.
Si logras superar
este fracaso,
te harás adicta
a lo que más te duele,
al entramado hostil
de las causas perdidas
que deambulan contigo
por esa geografía
de plenitud ingrávida
que te ayuda a volar
cuando los espejismos
se mezclan con las huellas
de los rinocerontes
que lloran enjaulados.
Silencia lo que intuyes,
drena su desnudez
para que cauterice,
y nunca olvides
que el tiempo enamorado
es una medicina
que se agota,
entonces no podrás
ocultar sus secuelas.
Ana Merino, Curación (Visor,
2010)
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